L I T E R A T U R   A L D I Z K A R I E N
G O R D A I L U A

 

 
 

                   - Orrialde nagusira itzuli
                   - Gernika aldizkaria
                   - Ale honen aurkibidea

                   - Ale honi buruzkoak (azalaren irudia eta fitxa)

Aurreko artikulua— Gernika. 17. zkia (1951-urria/abendua) —<gern1700>




 

 

¿Euskal-Erria o Euzkadi?

 

Carlos Ruiz de Galarreta

Con el presente son cinco los trabajos que le envió, Sr. Director, y de estos cinco, no obstante haberlos redactado conel propósito de rendir un servicio a la cultura de nuestro país, nada más que uno ha visto la luz en su revista. Una previa censura tan rigurosa daría a pensar que nos hallamos, una vez más, ante una serie de tabús (políticos, sociales o simplemente personales) que desmentirían de una manera rotunda las claras directrices que esa revista dice sostener.

        La declaración de principios de GERNIKA es explícita y sus consecuencias, a poco que nos inspiremos en las normas de justicia y de bien entendida democracia, deben ser aplicados con absoluta imparcialidad. A mayor abundamiento, aparte o además de estos lo más conspícuos de entre ellos, un episodio acaecido hace poco más de dos años y que confirma, reforzándolo, mi aserto. Era la Pascua de Pentecostés, el día clásico de la ascensión al monte Larrun. Aprovechándonos de la distracción de los carabineros españoles y de la libertad de los gendarmes franceses, unos cuantos excursionistas peninsulares habíamos bajado al collado de San Ignacio y de aquí al riente pueblecito de Azcain. En el comedor de una de sus confortables hosterías, encontramos a varios comensales en cuyos rostros eran harto visibles los signos de una laboriosa digestión. Eran cuatro antiguos conocidos (un artista lírico, un canónigo o beneficiado, un fino abate de aspecto intelectual y un cura de misa y olla) que nos invitaron a sentarnos, a degustar un oloroso moca y a participar de su interesante conversación.(1)

        El tema que parecía ser el principal movíl del ágape, era el resurgimiento de GERNIKA con todo cuanto, desde su fundación en 1945, está adscrito a su nombre. A juicio de todos, esta publicación, a poco de nacer y por la intromisión de gentes incapaces de valorar la alta misión que se le había encomenado, se había derviado de su trayectoria.

        Me pareció de perlas todo ello y así oí de boca de los contertulios una serie de nobles propósitos a realizar. Ergo: propugnar la creación de una universal popular; intensificar el estudio del euskera echando abajo directrices y métodos erróneos, fuera éstos sabinianos o no; abrir ancho cauce a los estudios históricos y sociales, así como las manifestaciones de arte propias, ofreciendo las páginas de la revista, promoviendo concursos y favoreciendo una revisión de valores sin tener en cuenta los úkases oficiales que con su intransigente bizkaitarrismo están dervirtuando todo el naciente arte popular, adulterando nuestro cancionero y sustituyendo con sectaria obcecación un himno espontáneo y generoso como el Guernikako arbola por los aburridos lamentos de una prefabricada salmodia.

        Todo esto e incluso otros aspectos del problema vasco que tenían relación con Roma, se debatieron aquel día, proponiéndonos todos irlos exponiendo paulatinamente, con altura de miras, sin falsos recatos, a medida que se afianzara la vida de la Agrupación y la difusión de su revista. Han pasado más de dos años desde entonces y apenas si se ha abordado el estudio de tales problemas. ¿Por qué? No lo sé pero me interesaría saberlo. Yo de mi parte no quiero hacerme solidario de tanta reserva y prudencia y me permito enviarle, Sr. Director, algunas consideraciones, convalidadas por los testimonios de una tan alta autoridad como D. Arturo Campión, son las que tienen por tema el que forma el epígrafe de mi presente artículo; tema que debe ser planteado y resuelto (y no silenciado por absurdos sectarismos) conforme a los mandatos de la buena tradición y las reglas de la ciencia lingüística.

        Corría el año de 1907, es decir poco después de ser forjado ese neologismo de gabinete que llaman Euzkadi. El Sr. Campión e un artículo que tengo a la vista titulado "El nuevo bautismo del país vasco", que en su tiempo fue reproducido por publicaciones del país y del extranjero, decía que se proponía "exponer algunos de los motivos que me vedan lanzar por encima de la borda el nombre tradicional de Euskal-Erría, sentenciado a extrañamiento perpetuo, como si fuese vocablo bochornoso e impuesto por crueles enemigos, y no marcase uno de los pocos puntos en que concibió su unidad el pueblo baskongado". A seguida de esta protesta, el sabio bolígrafo se extendía en consideraciones eruditas que demostraban lo inadmisible de la modificación y continuaba así su argumentación:

         "Euskal-Erria significa, sin objeción posible, "pueblo, país del euskara o bazkuenze". En su sentido estricto, rígido, únicamente debería aplicarse al pueblo o país donde se habla ese idioma. Pero escasos son los vocablos que además del sentido propio, no adquieren otro figurado; de aquí los tropos que tan importante papel desempeñan en la retórica y en la semántica. No creo que el nombre de Euskal-Erria sea, por esencia, incapaz de adquirir nueva significación, que por esencia sea intangible e inmodificable; y no siéndolo, de todos los significados que pudiera llegar a expresar, uno de los menos violentos, uno de los más plausibles, sería el de designar al país donde se habla y donde se habló el baskuenze.

        No es mi ánimo discutir el neologismo Euzkadi; me avengo hoy por hoy, a suponer que esté maravillosamente formado y lo admitiría inmediatamente si no poseyésemos otro vocablo tradicional, capaz de amoldarse, sin extremada violencia, a los nuevos usos que el acorralamiento del baskuenze impone. Yo no concibo el amor sin el respeto, y éste no se compagina con el sacrificio innecesario de vocablos venerables a quienes además del perfume de los siglos adorna la nota de pertenecer al acervo común y fundamental de la lengua, sin excepción de dialectos y nacionalidades.

        Euzkadi no es vocablo transparente, de suyo, como el de Euskal-Erria que todo basko lo entiende; requiere explicación previa. Por curiosidad he preguntado a mucha gente del pueblo que no estaba en autos, pero cuyo lenguaje habitual es el baskuenze: ¿qué significa Euzkadi? Ni uno solo de los interrogados adivinó o vislumbró que era un nuevo nombre impuesto al país. Cuando se lo expliqué abrieron desmesuradamente la boca. ¿Si entramos en este camino de las invenciones, dónde nos detendremos? ¿Por qué no se ha de inventar otro nombre más perfecto que Euzkadi, y otro tercero más perfecto aún, con la misma facilidad y lógica que se inventan los idiomas artificiales, los volapucks, esperantos y demás pasatiempos lingüísticos, incapaces de arraigar, precisamente porque siempre es posible la fabricación de otro mejor?

        Además, un patricio, por insigne que se le repute, ¿tiene derecho a mudar el nombre de su Patria y de su gente? ¿Puede equipararse un pueblo, una raza, una nación, producto de los siglos, punto de contacto misterioso de la providencia de Dios y de la libertad humana a un nuevo cuerpo químico que el sabio encuentra en su laboratorio y que nace anónimo? ¿Han salido, por ventura, los baskos del torno de alguna inclusa? Con el nombre de Euskal-Erria desaparece, a una, el nombre del euskeldun; a pretexto de restaurar nuestra personalidad vamos borrando la huella que el gigante dejó sobre el suelo sangriento de la historia. Si a un particular se le infligiese esta alteración de un estado civil, se cometería un delito; idéntico calificativo aplicaría yo a la alteración del estado civil basko sino me constase la pureza de motivos y la rectitud de propósitos que a ella preside. Y esa rectitud, sino mi aquiescencia, que deploro negar, conquista mi simpatía.

Euzkadi es, o quiere ser, palabra baskongada. Mas si es impropio extender al país que no habla el baskuenze el nombre de Euskal-Erria no parece que sea más propio imponer a dicho país un nombre basko de nueva planta...

        Recociéndasenos que se conserven cuidadosamente las denominaciones particulares de los antiguos Estados (Nabarra, Gipuzkoa, Bizkaya, etc.), y a la vez se nos incita a poner en circulación y en uso corriente un nombre genérico para toda la nación baska —Euzkadi—, bajo el cual "se sientan" comprendidos enteramente esos antiguos Estados, sin sospechar predominio de unos sobre otros. Mas para que los naturales de esos diversos Estados sientan esa comunidad de la denominación, es preciso comenzar por explicarles lo que se entiende, o imagina, por euzko y lo que di y Euzkadi significan. De suerte que si el sentimiento dimana de la explicación, pues expliquémosles... digo yo, lo que significa Euskal-Herria es su primitida y es su secundaria acepción, y obtendremos idéntico resultado, manteniendo el uso de un vocablo que los antiguos Baskos idearon precisamente para afirmar la sustantiva unidad de su raza, y que en cierto modo puede servir de fórmula a una espiración altísima muy dificíl, imposible casi, pero que es la síntesis última de nuestras reivindicaciones nacionalistas: que todo el país basko de raza lo que sea de lengua."

        ¿Qué podría agregar yo a los juicios tan ponderados, sesudos y esclarecidos del gran polígrafo navarro? Con toda sinceridad me parecen tajantes y definitivos. El criterio del Presidente de la Academia de la Lengua, manifestado reiteradamente en su día, no defiere, como sabemos, del de D. Arturo Campión. Lo que ahora nos interesaría conocer son las opiniones de los Oleaga, Lhande, Lecuona, Ormaetxea, Lafont, Irigaray, Seminario, Mendizábal, Labayen, Azcárate, Echaide, Dasance y demás académicos oficiales u oficiosos. ¿No creen que es llegada la hora de exponer claramente su respectivo criterio?

        Un poco de ánimo, señores: el debate está abierto.

 

De la Euskal-Erria peninsular, agosto de 1951.

 

        (1) N. de la R.— Los comensales a que alude el articulista no eran cuatro sino tres. De éstos tres, dos eran abstemios y uno vegetariano. El cura de misa y olla había venido con ellos. Lo que sigue del relato, salvo pocas excepciones, tiene tanto ajuste con la verdad como lo que antecede. Todo lo cual no es obstáculo para que, entonces como ahora, nuestras digestiones sean excelentes.

        N. de la R.— He aquí reproducido, sin quitar punto ni coma, el artículo del señor C. Ruiz de Galarreta. Después de esta prueba tangible, suponemos que no abrigará la menos sospecha sobre nuestra imparcialidad.(Aún cuando la suya haya sufrido, por momentos, algunos desfallecimientos lamentables.) Procure no ser impaciente, aporte temas vitales o de interés cultural, trátelos con moderación y verá que no seremos nosotros quienes, por flaqueza o cuquería, dejemos de cumplir con nuestro deber.

 

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