Los hombres aman la libertad porque les protege del control y la humillación a manos de los demás y con ello les da la posibilidad de ser dignos. Aborrecen la libertad porque les hace recurrir de nuevo a su capacidad y sus recursos propios, y con ello les plantea la posibilidad de que sean insignificantes.
La libertad es lo que la mayoría de las personas quieren para sí mismas y lo que más desean negarles a las demás.
Nuestra época
La nuestra es una época en la cual verdades parciales se transforman incansablemente en falsedades totales y luego se proclaman como revelaciones revolucionarias.
La tolerancia
Las personas intolerantes rechazan a las que no son como ellas mismas; las tolerantes las aceptan... siempre y cuando se vuelvan como ellas mismas. Por esto se suele aceptar a los niños sólo como adultos en potencia; a los pacientes enfermos, sólo como personas potencialmente sanas; a los judíos, únicamente como cristianos en potencia; y así sucesivamente.
La justicia
La justicia tradicional se basa en los conceptos del bien y del mal; la justicia moderna, en los de la salud y la enfermedad mentales. Cuando Salomón se encontró ante dos mujeres que afirmaban ser la madre del mismo niño, les habló e hizo que ellas le hablaran a él, y concedió el niño a la mujer que, a juzgar por la información que obtuvo, era la madre auténtica. Un moderno juez norteamericano procedería de forma muy diferente. De las afirmaciones contradictorias sacaría la conclusión de que una de las mujeres debía de «engañarse» al creer que era la madre y haría que los psiquiatras las examinaran a ambas. Los psiquiatras descubrirían entonces que una de las mujeres era una fanática e insistía en que quería o todo el niño o nada, mientras que la otra era razonable y estaba dispuesta a aceptar una solución intermedia y recibir la mitad del niño; por consiguiente, declararían que la madre verdadera sufría de esquizofrenia y recomendarían que se concediese el niño a la impostora, recomendación que el juez aprobaría automáticamente por respeto a las conclusiones de los expertos médicos.
La salud
Que el hombre domine a su semejante es algo tan viejo como la historia; y podemos dar por sentado, sin riesgo de equivocarnos, que es un fenómeno que se remonta a la prehistoria y a nuestros antepasados prehumanos. En todas las épocas los hombres han oprimido a las mujeres; los blancos, a los negros; los cristianos, a los judíos: Sin embargo, en decenios recientes las razones y justificaciones que tradicionalmente se referían a la discriminación entre los hombres basándose en criterios nacionales, raciales o religiosos han perdido gran parte de su verosimilitud y atractivo. ¿Qué justificación tiene ahora el antiquísimo deseo del hombre de dominar y controlar a su semejante? El liberalismo moderno que en realidad es un tipo de estatismo, aliado con el cientificismo, ha satisfecho la necesidad de una defensa de la opresión y ha proporcionado un nuevo grito de gerra: ¡La salud!
El hombre «ideal»
Al igual que los judíos esperando a su Mesías, las mujeres esperan a su hombre, cada una de ellas espera su propio «salvador». En alguna parte, en lo más hondo de su corazón, las mujeres creen, esperan desesperando, que conocerán la felicidad con el hombre «ideal», con el hombre cuyo amor dará sentido a sus vidas. Esta expectativa pasiva y, pese a ello, exigente; paciente y, pese a ello, furiosa es quizá una expresión característica de la experiencia vital básica de la persona oprimida; esto es, de impotencia ante las exigencias de la vida, junto con la desesperanza de vencerlas sin la ayuda de un aliado todopoderoso, un «salvador».
El matrimonio
El matrimonio es un don que el hombre concede a una mujer que nunca le perdona por ello.
Los psiquiatras inventan teorías complicadas para explicar por qué las personas se casan y se divorcian. Pero el significado de estos actos es bastante claro de por sí. Lo que requiere una explicación es por qué los individuos permanecen casados.
El matrimonio es un contrato que obliga jurídicamente, pero de las partes contratantes se espera que lo firmen sin ayuda jurídica, a la vez que la ley les prohíbe disolverlo sin dicha ayuda.
Si los hombres y las mujeres que van a casarse fueran realmente iguales, ¿por qué se casarían? En vez de un contrato formal, un acuerdo libre serviría igual de bien. Pero, dado que no son iguales, el matrimonio sirve ahora para que la novia engañe al novio y viceversa: cada uno de ellos piensa que sacará la mejor parte del trato. Con frecuencia cada uno de ellos llega a la conclusión de que ha sacado la peor.
Ideal erótico
El moderno ideal erótico: hombre y mujer, unidos en amoroso abrazo sexual, experimentan un orgasmo simultáneo mediante la relación genital. Se trata de un mito psiquiátrico-sexual que es útil para fomentar sentimientos de deficiencia sexual y de inferioridad personal. También es una rica cantera de «pacientes psiquiátricos».
La masturbación
Masturbación: la actividad sexual primaria del género humano. En el siglo XIX era una enfermedad; en el XX es una cura. Es el modo de satisfacción sexual favorito de quienes prefieren lo imaginario a lo real.
La masturbación es más una cuestión de autodominio que de amor a uno mismo.
Los hijos
Una madre (o un padre) dice: «Quise darles a mis hijos lo que yo misma no tuve de niña». El resultado final es que se agota por culpa del esfuerzo, llega a tenerle envidia a su propio hijo y acaba retirándose y dándole al niño todavía menos de lo que sus padres le dieron a ella.
Moraleja: considérate afortunada si cuidas a tus hijos como tus padres te cuidaron a ti. Incluso puede que lo hagas un poco mejor, siempre y cuando no apuntes demasiado alto.
La educación
Un maestro debería tener la máxima autoridad y el mínimo poder.
Todo acto de aprendizaje consciente requiere estar dispuesto a que tu amor propio resulte herido. Por esto los niños pequeños aprenden con tanta facilidad, porque todavía no son conscientes de su propia importancia; y por esto las personas mayores no pueden aprender en absoluto, especialmente si son vanidosas o importantes. Anatole France acertó al comentar que: Les savants ne sont pas curieux («Los sabios no son curiosos»). No pueden permitírselo: su elevada posición depende de que sepan, y se ve perjudicada, o al menos eso suelen pensar ellos (y otros), si no saben pero tratan de averiguar.
La educación obligatoria es la grieta en la armadura de las sociedades capitalistas: tratan de enseñarles a los niños los valores del contrato y la iniciativa, pero basan su sistema educativo en la obligatoriedad y el conformismo.
La ley
El Estado no puede «legalizar» ningún acto; lo único que puede hacer es «penalizar» los actos o dejar los en paz.
El hecho de que los norteamericanos hablen de «legalizar» el aborto provocado, el juego, la marihuana, etcétera, demuestra que ya no consideran al gobierno como su servidor, sino como su amo. Porque legalizar es permitir; y permitir entraña una relación entre un superior y un subordinado, como ocurre cuando un padre o una madre permite a un hijo que vaya a nadar, se acueste tarde o coma dulces al terminar la comida.
Asesinos
En otro tiempo, a los norteamericanos acusados de asesinato se les consideraba inocentes hasta que se demostrara su culpabilidad; hoy día se les considera locos hasta que se prueba que están cuerdos.
Jueces y fiscales, abogados y psiquiatras, todos insisten mucho en que desean saber por qué el acusado de un crimen hizo lo que hizo. Pero sus actos contradicen por completo sus palabras: sus esfuerzos van dirigidos ahora a dejar que en la sala hable todo el mundo menos el propio acusado, especialmente si se le imputa un delito político o psiquiátrico.
Pistolas y jeringuillas
Los norteamericanos siguen gozando de libertad para comprar armas de fuego cargadas, pero ya no la tienen para adquirir jeringuillas vacías. Quizá mejor que cualquier otro, estos hechos simbolizan hasta qué extremo el gobierno norteamericano ha abandonado la tarea de proteger la seguridad y asumido la de invadir la intimidad.
Las leyes sobre la higiene mental poseen las características más temibles tanto del derecho civil como del penal: son como las leyes civiles porque no están sujetas a limitaciones constitucionales; y como las penales porque entre sus castigos de facto se encuentran la privación de la vida, de la libertad y de la propiedad.
Frases hechas
Dado que el poder de todas las profesiones que sirven al público se apoya en gran parte en la capacidad de sus leales miembros para confundir al público y, por ende, dominarlo, no debería sorprendernos que no sólo los lenguajes de la medicina y la psiquiatría, sino también los de la educación y el derecho, se compongan principalmente de lo que Orwell llamó «frases hechas», cuya función es «anestesiar el cerebro».
Semanticismo
A los conceptos como el suicidio, el homicidio y el genocidio deberíamos añadir el «semanticidio», es decir, el asesinato del lenguaje. El mal uso deliberado (o casi deliberado) del lenguaje por medio de la metáfora oculta y la mitificación profesional rompe el contrato básico entre las personas, a saber, el acuerdo tácito sobre el uso apropiado de las palabras. Así es que los «grandes» filósofos y políticos cuyo objetivo era controlar al hombre, han predicado y practicado el semanticidio; mientras que los que han tratado de liberar al hombre para que fuera su propio dueño, han predicado y practicado el respeto por el lenguaje.
Control
Para el niño control significa atención y amor; para el adulto, desdén y represión. En esto consisten el dilema y la tarea fundamentales de la sociedad: alentar a los padres a querer y controlar a sus hijos, y a los políticos a respetar a sus conciudadanos y a dejarles en paz (excepto cuando estos conciudadanos priven a otros de su vida, su libertad o sus propiedades) .
Las sociedades modernas han recorrido gran parte del camino que lleva a la inversión de este proceso: alientan a los padres a fingir que respetan a sus hijos y de esta manera justifican su incapacidad de controlarlos; y a los políticos a fingir amor por sus conciudadanos y así justifican sus esfuerzos por ejercer un control ilimitado sobre ellos.
Permisividad
La permisividad es el principio consistente en tratar a los niños como si fueran adultos; y la táctica para asegurarse de que nunca lleguen a esa etapa.
Infantilismo-Adultismo
Existe hoy una tendencia generalizada a tratar a los niños como a adultos, y a los adultos como a niños. Hablamos de infantilizar a los adultos, y llamamos infantilismo a su comportamiento pueril. Deberíamos reconocer el equivalente de esta pauta: hacer que los niños se comporten de manera adulta, lo cual da por resultado el «adultismo».
En pocas palabras, cada vez son menos las personas a las que tratamos como son en realidad. Protegiendo supuestamente a los niños de los males del autoritarismo, y a los adultos de los males de la competencia, definimos y mantenemos el control sobre ellos al mismo tiempo que afirmamos que les estamos ayudando.
Mitificar-Desmitificar
En el reino animal la regla es: comed o sed comidos; en el reino humano: definid o sed definidos.
La mitificación es la principal herramienta semántica del que pretende ser líder; la desmitificación, la del hombre que quiere ser su propio dueño.
Quizá una de las tragedias inmutables de la condición humana sea que mientras que el desmitificador influye en individuos, el mitificador mueve multitudes.
Adultez
La adultez es el período en continua disminución que hay entre la infancia y la vejez. Al parecer, el objetivo de las modernas sociedades industriales es reducir dicho período al mínimo.
Es frecuente que los adultos definan el sometimiento a la autoridad como señal de madurez. Por ejemplo, un niño se resiste a ir a la escuela o al dentista y su padre le dice: «¡Compórtate como un hombre!». Lo que realmente quiere decir es que desea que su hijo se comporte como un niño obediente.
Medicina
En otro tiempo, cuando la religión era fuerte y la ciencia era débil, los hombres confundían la magia con la medicina; ahora, cuando la ciencia es fuerte y la religión es débil, confunden la medicina con la magia.
Terapeutismo
Terapeutismo: el sucesor del patriotismo. El último refugio o el primero, según la autoridad que se consulte de los canallas. El credo que justifica proclamar amor eterno a aquellos a quienes odiamos, e infligirles castigos despiadados en nombre del tratamiento de enfermedades cuyos síntomas principales son su negativa a someterse a nuestra dominación.
Risa
Cuando una persona ya no es capaz de reírse de sí misma, ha llegado el momento de que otros se rían de ella.