L I T E R A T U R   A L D I Z K A R I E N
G O R D A I L U A

 

 
 

                   - Orrialde nagusira itzuli
                   - Txistu y Tamboliñ aldizkaria
                   - Ale honen aurkibidea

                   - Ale honi buruzkoak (azalaren irudia eta fitxa)

Aurreko artikulua— Txistu y Tamboliñ... y va, le mata, y vuelve (1984-azaroa) —Hurrengo artikulua




 

 

Relato watteriano

(uséase, propio para ser degustado en un watter)

 

Kapez Kap

 

¡Y puedo prometer y prometo —continuó su discurso el presidente de la nación— que para este año eliminaremos de cuajo el terrorismo!

        Y sacando una metralleta que tenía guardada debajo de su gabardina, lanzó varias ráfagas contra la multitud que le escuchaba. El gentío trató de huir del campo de fútbol, que para dar una idea aproximativa al lector, estaba repleto hasta el banderín y disponía de una única salida. Así, todos en tropel, escapaban del sádico presidente, que ahora se había provisto de un cañón y continuaba haciendo de las suyas, mientras su voz apenas se distinguía del alboroto causado por la muchedumbre en su desbandada.

        —¡Moriréis todos, bellacos! ¡Y así no habrá más terrorismo, hatajo de canallas! —gritaba en pleno ataque de carcajada.

        Al final, cuando todos se fugaron, quedaban en el estadio desparramados varios cientos de cadáveres, bien por obra y gracia del presidente, bien por el de los pisotones y arremetidas del populacho en su rauda huida.

        La resistencia clandestina contra el presidente Abetochet y su gobierno militar, estaba reunida en un piso de la capital, para tratar del golpe definitivo.

        —¡Esto no puede continuar! —gritaba indignado el que parecía ser el cabecilla de la resistencia—. ¡La masacre de ayer ha sido la gota que ha colmado el vaso! ¡Nada menos que 625 muertos! ¡Más que una gota, ha sido un chaparrón!

        El cabezilla, que tal vez fuese designado para ese cargo por tener una cabeza de pequeñas dimensiones, se enfurecía a cada momento más.

        —El plan que estaba preparado para el mes que viene se llevará a cabo dentro de tres días.

        Seguidamente, pasó a relatarles los pormenores del plan.

        —El presidente, todas las mañanas, sigue el mismo recorrido para dirigirse a su lugar de trabajo: se levanta de la cama, va al W.C., se asea, luego vuelve al dormitorio y se viste. A continuación, abre la puerta y se dirige al comedor, donde le sirven el desayuno. Por último, recorre un pasillo y abre otra puerta. Es la de su despacho.

        —¿Pero si no sale de casa, dónde le vamos a atentar? —preguntó uno con cara de despistado.

        —¡Dónde va a ser, so burro! —exclamó el cabecilla—. ¡Cuando esté en el W.C.!

        El Cabecilla, observando que los allí reunidos no se enteraban de la fiesta, les enseñó el calendario.

        —¿No véis, zopencos? —les señaló con el dedo—. Hoy es domingo de resurrección, día de fiesta.

        —¡Aaaah! —se dieron por enterados los reunidos. Una vez solucionado este problema técnico, el cabecilla continuó su disertación.

        —Por medio de un dispositivo especial, conduciremos la bomba a través de la tubería, hasta colocarla en el depósito del retrete. La bomba se accionada instantáneamente cuando el presidente estire de la cadena. ¿Comprenden ahora?

        —Noooo —fue la respuesta unánime.

        —Pues vayánse a la porra.

        Y en efecto, los allí reunidos se levantaron, abandonaron el amplio salón, y se fueron a la porra, que como está muy lejos, tardaron mucho en ir y volver, por lo que el plan hubo de retrasarse.

        Seis meses y un día después, los expedicionarios a la porra regresaron y fueron directamente a reunirse con el cabecilla.

        —¡Se reanuda la sesión! —prorrumpió Currito, que así se denominaba el Cabecilla.

        —¿Qué es eso que hay encima de la mesa? —interrogó uno.

        —Eso —continuó Currito— es la bomba con todos sus aparatos secundarios. Es muy sensible, y por cualquier golpe un poco fuerte, estallará. ¿Ven? Tengo un martillo en mi mano. Pues si yo golpease con el martillo la bomba, ésta haría explosión. Es muy importante que conozcan estas indicaciones, pues el plan ha de ser efectivo. ¿Se enteran? Ahora les mostraré lo que no deben hacer.

        E inmediatamente, dio un martillazo de aupa a la bomba, que explotando, no dejó un bicho viviente en treinta metros a la redonda.

        Así es como la resistencia quedó auto-desarticulada. Ese mismo día, en el palacio presidencial, el dictador moría de patatús, ésto es, de un golpe de patata.

        El país entero, ante este imprevisto vacío de poder, quedó sumido en un profundo caos, que viene a ser como un follón pero que muy gordo. La gente salta a las calles a todo correr, con sus hijos en brazos, con mantas, con sus dientes postizos en la mano, con sus supositorios en el ano, en pijama, en traje de baño, en camisón, en abrigo de visón, corriendo, saltando, trepando, defecando... Parecía que había un terremoto. Todos abandonaban sus casas y huían, formando grandes colas, por las alcantarillas. Al de siete horas, las ciudades y pueblos de aquel país estaban desiertos. Entonces, sólo entonces, llegaron inmensas manadas de camaleones, que lo devoraron todo.

 



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