La confesión
(o Margarita se llama mi amor....)
Ludovicus G. Agrorum
Basta ya de disimulos y mentiras.
No puedo soportarlo más.
Yo sé que lo has notado y que por eso
últimamente me acribillas
a preguntas, me interrogas
como una jauría de impacientes comisarios
ávidos de verdades escondidas...
Al principio no quise confesarlo
por miedo a hacerte daño.
No obstante, ahora comprendo
que estaba equivocado...
(Duele más la incertidumbre
que desgarra
como un verdugo sádico,
omitiendo las vísceras vitales,
una a una, las entrañas,
duele más eso, digo,
que atravesar limpiamente el corazón
de una certera puñalada)
Es verdad.
Me he enamorado de otra.
Y no mienten las lenguas envidiosas
cuando te dicen que nos vieron besándonos
en la dudosa luz de algunos bares
(No es cierto, sin embargo,
como se rumorea,
que la haya traído a casa, o frecuentemos
las sórdidas alcobas
de una vieja pensión
de mala fama...)
Tiene los ojos verdes de la muerte,
de fuego el corazón.
Sus labios entreabiertos, levemente salados,
encienden y apagan incansables,
como una luz intermitente,
el deseo y la pasión.
Su nombre es Margarita...
Triple seco,
dos partes de tequila,
mucho hielo
y zumo de limón.
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