L I T E R A T U R   A L D I Z K A R I E N
G O R D A I L U A

 

 
 

                   - Orrialde nagusira itzuli
                   - Gernika aldizkaria
                   - Ale honen aurkibidea

                   - Ale honi buruzkoak (azalaren irudia eta fitxa)

Aurreko artikulua— Gernika (1945-urria/azaroa) —Hurrengo artikulua




 

 

El genio de un pueblo

Su manifestación más genial: la Lengua

 

Orixe

 

Durante mi estancia en las Landas cayó en mis manos un folleto titulado: «Qu'est-ce que le Basque» cuyo autor es Mr. de Kolovrat, Doctor en Letras diplomado de la Escuela Nacional de Lenguas orientales vivas, miembro de la Sociedad Lingüística de París (1930, segunda edición). En el breve prólogo, proclama la sencillez lógica y la regularidad sorprendentes de nuestro idioma (pág. 4) y al hablar de la derivación dice que «es extraordinariamente flexible y produce la impresión de un sistema cuidadosamente elaborado por una reunión de sabios. Cada sufijo tiene un sentido bien determinado como en los proyectos de lenguas artificiales, e inversamente cada relación se expresa casi siempre por un solo y mismo sufijo» (pág. 31). «De todas las lenguas de Europa —añade— es la que posee en más alto grado la que yo llamaría «capacidad semántica» (pág. 33). «Lo que importa —prosigue poco más abajo— lo que importa tener en cuenta es que, como en turco y en húngaro, cada uno puede forjar por sí mismo palabras nuevas, supuesto que sean conformes a las reglas de la derivación y composición, y consisten en elementos ya consagrados por el uso». (págs. 33-34).

        A la lengua vasca se la ha conceptuado como antípoda de la francesa, lógicas si se quiere las dos en ciertos aspectos, pero de lógica natural, popular, espontánea, inconsciente la nuestra en frente de la lógica francesa debida a la elaboración refleja de los gramáticos. El mismo Mr. de Kolovrat afirma que «si se traduce un texto francés al vasco, se obtiene la mayor parte de las veces el mismo orden, pero invertido» (pág. 28). Salvo, debiera haber añadido, en la proposición interrogativa, que es el mismo orden en todas las lenguas conocidas antiguas y modernas. Cita Mr. Kolovrat ejemplos hasta de 21 palabras que deben leerse al revés, de derecha a izquierda en vasco, es decir, en sentido de la proposición interrogativa que en francés llaman inverso, inverso para ellos, pues para nosotros y para los japoneses, turcos, latinos clásicos y otros pueblos que han conservado su carácter de habla primitiva, no existe más que un sentido. Es decir, que la lengua francesa, por ejemplo, es antípoda no solo de las nuestras sino de si misma, pues la mitad de camino (la de la pregunta) lo recorre de pie, y la otra mitad (la de la respuesta o prosa no dialogada) la recorre cabeza abajo, o viceversa. Y con el grave inconveniente de la monotonía de la prosa, aunque a primera vista pudiera parecer lo contrario. El eterno «sujeto-verbo-complemento» es el que monotoniza grandemente sus escritos. No vale decir que esos son los elementos más importantes de la proposición, porque a eso se responde que nose trata de cuáles elementos sean más importantes en absoluto o en si mismo, sino más importantes en cada proposición. Cuando el verbo meramente afirmado o negado es el elemento indispensable, requiere el primer puesto en latín y en vasco; cuando no, el complemento directo o indirecto es el que más de ordinario se coloca a la izquierda del verbo; inmediato a él, porque es el que con más frecuencia se hace resaltar. Ejemplo: «Vino Juan» — «Vino». No vamos a responder Juan, el sujeto, porque no es eso lo que se pregunta. Si se, preguntase «quién vino» (sujeto, verbo), hay que responder «Juan», pero sólo en casos así, en que hay que hacer resaltar el sujeto. «¿Qué comes?» — «Pan es lo que como» — «¿De. dónde vienes?» — « De Roma» (vengo). «Cómo has venido?» — «Por mar» (he venido). — «¿Cuándo viniste?» — «Ayer» (vine). El mismo francés nos da la razón con su frase adicional c'est que. Suprimida ella, las palabras quedan en: el mismo orden que las nuestras. Juan (es el que) ha venido; pan (es lo que como; de Roma (es de donde) vengo; por mar (es como) he venido; ayer (es o fue cuando) vine. De esta manera, todos los elementos indispensables en cada proposición desfilan en armoniosa danza a la izquierda del verbo, admitiendo la mayor unidad posible en la mayor variedad posible. En estudio aparte, tengo notados (texto próximamente igual en ambas lenguas) 10 tipos de pregunta en el Catecismo francés de Dax, con la única respuesta «sujeto-verbo-complemento» y 31 tipos de pregunta con otros tantos de respuesta. en el Catecismo Vasco de Vitoria. También es la lengua antípoda nuestra en su regularidad gramatical, como reflejando la constancia proverbial nuestra y la caprichosa:veleidad francesa que se cansa de todo y tiene que estar cambiando a cada momento. La gramática francesa parece un inventario de incorrecciones sancionadas por el uso y más llena de excepciones que de reglas. Lo mejor de cada lengua es su gramática, puesto que es la expresión de las maneras generales del decir, que equivalen a millares de palabras cada una. Pero ¿no dijeron hasta la saciedad Vinson y Unamuno y lo corean sus seguidores que nuestra lengua no tenía expresiones generales ni palabras abstractas? No supieron lo que dijeron. De que en latín y en las lenguas latinoides haya generalizaciones viciosamente hechas y que esas no se puedan traducir al euzkera, no se puede deducir que en nuestro idioma no las haya y hechas con delicada precisión. Sería suprimir nuestra abundantísima con su numeración, su verbo, su composición y derivación tan matizadas de conceptos generales cuantos son los sufijos que ellas cuentan y que tan lejos de igualar están los latinos. Nuestra composición gramatical. Ya nos lo ha dicho Mr. de Kolovrat que cada vasco puede forjar palabras compuestas según las reglas de su derivación y composición con elementos ya consagrados por el uso, sin preguntar si están o no en el Diccionario (pág. 34). Pobre riqueza la de las lenguas que tienen número definido de palabras y se cuentan por tantos millares exactamente. Nuestra lengua no tiene número limitado de palabras, sobre todo de palabras compuestas provocadas por cada nueva combinación de ideas. Otra cosa es palabras simples que hay que inventar o adoptar de otras lenguas para las necesidades de cada época. Tenemos, sí, el oro de las expresiones generales, tenemos la plata de las palabras compuestas y derivadas, o mejor dicho, inagotable cantera para componerlas y derivarlas; nos falta la calderilla de ciertas palabras simples, de raíces indígenas que nos convendrían para las necesidades del día. Con el cultivo de la lengua, vendrá la creación de propias raíces o la acomodación de la moneda fraccionaria extranjera. Lo más importante es conocer el genio del idioma su gramática, su verbo, su composición y derivación: su oro y su plata. La casi totalidad de las archicampanudas lenguas europeas que se jactan de tantos o tantos millares de palabras, en las nuevas sucesivas necesidades acuden a la lengua griega. Les falta la vitalidad germinativa que el académico español, García de Diego, atribuye a la nuestra.

        Lo hasta ahora dicho, se refiere a la parte lógica del idioma; pero no sólo la Lógica es Filosofía, sino también la Metafísica. Y aquí, nuestra lengua, dará sorpresas inesperadas. No en vano nuestro euzkera ha sido llamado «el niño mimado de los filólogos» (Fitz-Maurice-Kelly, Literatura Española) y por algo fue propuesto por un sabio alemán como lengua científica universal por ser la más filosófica y, por consiguiente, la más apta para servir de vehículo al alto saber humano. Hace unos 15 años que la R.I.E.V. publicó un artículo a este propósito. Pero no nos desviemos en ditirambos, siquiera sean ajenos y desinteresados. Volvamos a la Metafísica. Lo primero que observo en lo referente a esta «ciencia del ser» es que el vasco usa de presentes de infinitivo, y en ellos, la división de los seres en predicamentales (existentes en la realidad objetiva) y transcendentales (seres que concibe nuestra mente). Si a los vascos orientales se pregunta cómo se traduce étre, responden: izaiter; si a los occidentales se les manda traducir el verbo ser, dicen: izan. Los dos dicen bien, pero los occidentales enuncian el concepto restringido a los seres objetivamente existentes. Por lo demás, unos y otros vascos usan las dos formas en su habla, distinguiendo bién los dos mundos, el ideal y el real. Por influencia latina llegan a confundir a veces los dos planos, pero el euzkera correcto se mueve sin dificultad en los dos, pasando insensiblemente e1 puente que los separa. Invención admirable. Es posible que; allá, en algunas escondidas selvas del Africa o de América existan o hayan existido idiomas que distingan en:el uso popular esas dos clases de seres, pero en los idiomas europeos no tengo noticia de que existan. La precisión es una de las más altas cualidades de nuestra Gramática. Gramática digo y no léxico, que es donde más de ordinario se busca esta virtud. La precisión en los conceptos generales es un don admirable de nuestra metafísica popular. Vamos a señalar un ejemplo insigne. El concepto escolástico «de existencia» mal construido, a mi juicio, queda definitivamente corregido y aclarado por el euzkera. No hay lugar entre nosotros, si hablamos en vasco, a las varias veces secular batalla que aún dura entre tomistas y suaristas acerca de su distinción real o no de la esencia. Lo que las escuelas quieren decir por existencia a vuelta de titubeos en sus definiciones o descripciones, no es sino «realización»: «gertatzea», o si se quiere: «gertaraztea»: actus, actualitas, última actualitas. Evitemos la palabra actualidad (oraiñaldi), conservándola exclusivamente para tiempo actual. Actualización la llamaríamos de otro modo. Aristóteles concibió los seres materiales como dotados de materia y forma. El, no exigía sinos la realización de la forma en la materia, pero los tomistas exigen además, otra última realización que llaman exis-tencia, en sentido muy diferente de «tiempo de los seres». Si hay esencia física o realizada ¿para qué hace falta otra ulterior realización de ella que llaman última actualización? Los escolásticos conciben esa existencia como causa, al menos lógica (id quo eta) de la esencia. La conciben in fieri, en el acto de realizarse, no in facto esse o en lo realizado. El vasco, por el contrario, concibe la existencia como la afirmación de un hecho o suceso, realizada ya la cosa. Más bien se aproxima al concepto de efecto (factum, effectum) efecto lógico. La expresión exacta nos da nuestro prefijo ba- que anteponemos a la forma verbal cuando queremos emplear la conjugación de mera afirmación o existencia. En el famoso argumento de Santo Tomás se supone esta afirmación, aunque nada favorece a la teoría del santo: «puedo en efecto, entender qué cosa es un hombre o un fénix (esencia) e ignorar sin embargo, si es o tiene ser en la realidad objetiva (existencia). Luego aquí se trata, in facto esse, no in fieri. «De esse facto suo que dice una línea antes el Santo Doctor. La existencia es el ya de las cosas; no era y ahora es. Es la afirmación del «hecho verdad» de una cosa, de su facto esse.. El «hecho de verdad» es la existencia que llamaríamos objetiva y fundamental, que da fundamento a la afirmación del ser. Nuestro conocimiento de ese «hecho de verdad» es la existencia sujetiva y que podemos llamar formal. El proceso es éste: en la realización objetiva existe la cosa, conocida o no conocida por nosotros, tiene su verdad ontológica o afirmabilidad ipso facto por el mismo hecho; si finalmente ese «hecho de verdad» llega a ser conocido por nosotros históricamente, tenemos la existencia subjetiva. Esta definición «el ser de verdad» abarca todas las existencias, aún la divina. En la definición clásica, dada con ocasión de la disputa acerca: de los seres creados, no se debe comprender a Dios, porque no tiene existencia en sentido de actualización, y menos de última actualización. Dios no es hecho es «de hecho» en sentido español; con otras palabras, «es de verdad». Los escolásticos llegan a decir que el concepto de esencia corresponde al de la pregunta ¿qué es? y el concepto de existencia al de si es en efecto (an sit). Pero después abandonan esta sencilla noción, reteniendo la primera. En vez de decir llanamente que la existencia es «la afirmación de la esencia», es decir, que tiene un ser meramente adverbial de sí afirmativo, le atribuyen un ser sustantivo o de cosa. Parecido error profesan los gramáticos al decir que el verbo significa acción. La forma verbal, se entiende, no es un verbo de esos que llaman activos. Soy, tengo, puedo, estoy, no significa ninguna acción. Yo como o bebo, significan también un hecho. Es un hecho que soy, que estoy, que tengo, que puedo, que como, que bebo.

        Además del prefijo ba- tiene la lengua vasca otro procedimiento gramatical (no sólo el vocabular ba-dalazkoa) para expresar la verdadera existencia. Si a uno se pregunta: «Eromako berri ba dakizu» (¿Tienes conocimento de Roma?) de (lo que hay en) Roma, responderá. «Eromaren berri bai; ba dalazkoa». Conocimiento de Roma, sí; de (que hay o existe) Roma.

        No voy a alargar más esta nota. La corrección de los conceptos de realidad, existencia, actualidad, posibilidad, potencia y otros importantes, se puede ver en su propio lugar más por extenso. Para terminar tengo que añadir que respecto a las diversas categorías del ser, el habla popular nuestra acepta las famosas de Aristóteles con modificaciones accidentales en pro de la claridad. Las categorías de gramática se confunden con las metafísicas como lo entendió Aristóteles. Su obra en este punto, desafía al tiempo, porque es la expresión general de todo lenguaje humano.

        Baste esto, para indicar brevemente el genio del vasco reflejado en su habla.

 



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