Mi obispo
Ricardo Garziarena
Pienso en mi obispo como pienso en mi rey. Mi rey tiene moto y sale en todos los sellos; mi obispo tiene púlpito, tiene una radio y una imprenta. No sé si mi rey dice algo porque está siempre quieto en los sellos, más joven que ahora, pero mi obispo lanza circulares las llama pastorales y acaba de mandar una a mi escuela.
Nos ha mandado una proclama donde dice que en sus colegios porque también tiene colegios hay libertad, que los papás de los niños que van a los suyos son libres. Y dice que tiene miedo de que los otros que los llevan a los públicos no vayan a tener tanta libertad y a ver si los van a manipular, con toda la manipulación que hay.
El y los otros obispos vascos están preocupados por lo que pueda ser de nuestras almas: el alma manipulada va sin rumbo con el viento que más sopla, con el rostro más presente, con la voz que más se oye.
Y yo pienso en el reino del otro mundo, en su reino, en el reino de los cromos y las estampas infantiles, como si fueran cosas de otro lugar o de otro tiempo. Pero no: él es mi rey; él es mi obispo.
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