Arzallus
Erreó Garziarena
Arzallus habló de sangre el otro día, y eso me conmovió. Uno pasa sobre las letras de los periódicos como el niño oye los consejos de la madre cuando se sienta a la mesa: que tenga las manos bien limpias, que no haga ruido al abrir la boca... pero la referencia a la sangre siempre conmueve.
Y llama más la atención por lo inexperado del contexto: hoy y en ese personaje, la sangre podría ir unida a la plaga del siglo por los pecados en la carne cometidos, a la cruz del sacrificio para la redención del mundo, al derroche de muerte para seguir hablando de patria...
Y no, qué va, es sólo el erreache, la sangre de los vascos está hecha de erreache, distinto a los de afuera, y él arriba viendo cómo fluye la sangre, perdonando desde arriba los pecados de este mundo, y por fin sabemos ya que no es el dentro y fuera, que es él arriba en su cielo de micros y etebé y nosotros higiénicamente aterrorizados frente al gólgota sangrante de la prensa del desayuno.
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