Se acerca
Rolando Garziarena
Esa tarde iba yo por una calle céntrica de nuestra gran villa pensando que, frente a tanta decisión colectiva pendiente, la materia prima ya está dada para una buena temporada, cuando al levantar la vista veo acercarse, entre la masa de peatones fugaces, un contorno humano lento y pesado.
Me llamó primero la atención su mirada, como apuntando a otro lado, más alto; luego, la boca dibujaba una sonrisa tenue e involuntaria. Más abajo, entre sus manos colgaba un rosario que iba poco a poco desgranando.
Lo pensé de pronto: si sus dioses la respetan, si nuestros médicos de la Seguridad Social le dan un buen trato, aquí tenemos a una ciudadana de la futura República de Euskadi.
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