La reina de España no tiene piernas
Refiérese que cuando la princesa alemana Mariana de Neoburg iba camino de Madrid, en donde la esperaba el regio tálamo de Felipe IV, pasó por cierta ciudad española, posiblemente Tolosa (Guipúzcoa), que se ufanaba de los guantes y medias que producía. Queriendo las autoridades de la ciudad expresar su adhesión a la futura soberana, se les ocurrió regalarle algunas muestras de aquellos productos de su tradicional y celebrada industria.
A tal efecto, hicieron entrega al mayordomo de Su Alteza de varios pares de guantes, que el funcionario aludido celebró con elogiosas frases; pero cuando ante sus propios ojos le presentaron las medias, las rechazó con indignación, diciendo: "La reina de España no tiene piernas", pues consideraba tal regalo como "un indecente atrevimiento".
Y a propósito de esto. El periodista gallego Felipe Fernández Armesto (Augusto Assía), en una de las crónicas que escribió refiriendo su viaje de vuelta al mundo, en el periódo madrileño Ya (10 septiembre 1949), recordaba la anécdota siguiente:
"Allá por el año 1925, don Alfonso y doña Victoria Eugenia visitaban Galicia, y al pasar de una lancha a un barco, las olas rociaron las reales pantorrillas de la reina. Un periódico de Vigo quiso contarlo, y el censor aplicó el lápiz rojo, advirtiendo: "Su Majestad no tiene pantorrillas" (anécdota que, por cierto, divirtió mucho a la reina Victoria Eugenia cuando se la referí hace algún tiempo)."
(Datos del Diccionario ilustrado de frases célebres, de Vicente Vega. Barcelona, 1952, pág. 528.)
El porqué de los dichos, José María Iribarren, Aguilar, 1974.
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