L I T E R A T U R   A L D I Z K A R I E N
G O R D A I L U A

 

 
 

                   - Orrialde nagusira itzuli
                   - Gernika aldizkaria
                   - Ale honen aurkibidea

                   - Ale honi buruzkoak (azalaren irudia eta fitxa)

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Errores de vascólogos nuestros

(Conclusión)

 

Nicolás Ormaechea Orixe

 

Permitaseme hablar de un buen cultivador de la lengua vasca, benemérito en el conjunto de su obra, más arcaizante que neologista: el finado P. Olabide. Habiendo aprendido nuestro idioma en su edad madura, no llegó a entrarle bien la sintaxis popular, y a eso se debe el que ha contribuído más a ensanchar el campo de las ideas; y, si no directamente, es el que más está influyendo por medio de otros escritores que se aprovechan de él. Porque es otro error creer que hace falta que el pueblo mismo lo lea, para que influya en él. Lo que en Olabide puede parecer nieve perpetua, otros, convirtiéndolo en agua, lo hacen llegar hasta el valle. Su Nuevo Testamento es más leído de Abate León, deliciosa, sin duda. La leí muy atentamente, y de los dos primeros saqué centenares de notas, laudatorias o de censura, pues no es oro todo lo que allí reluce. Debiendo hacer un trabajo que me encargaron, me he valido de las dos versiones; pero cuando he hallado dificultad en algún pasaje, sobre todo de interpretación, nunca me ha ocurrido ir primero a León; y, generalmente, por no decir siempre, me he quedado con Olabide. No raras veces, León es flojo en la interpretación. Olabide sigue lo más de cerca posible al texto. Y no me vengan diciendo que a León le entiende perfectamente el pueblo labortano, porque he podido confrontarlo con una anciana de San Juan de Luz. Tiene arcaismos, no tantos como Olabide; tiene algunas veces expresiones que no son navarro-labortanas, sino de dialectos peninsulares. Se jactaba el Abate León en el prólogo a la versión de su Kempis, de que ella no debía nada a las anteriores. Eso se sabrá el día en que se haga una confrontación histórica de las traducciones de ese libro al vasco. Y por lo que al kempis de Olabide toca, tengo que anticipar, que mi amigo don Bernardo Garro copió pacienzudamente a tres columnas, por orden de fecha, los textos de Olabide, del P. Pío y de León. En la columna correspondiente al P. Pío había mucho subrayado, muchos pasajes calcados; en la correspondiente a León, había pocos, pero tampoco faltaban. En algunas confrontaciones que he hecho de los Evangelios de Olabide y de León, he hallado también huellas del primero en el segundo, a veces muy disimuladas y si no en un mismo pasaje, en pasajes paralelos. El futuro científico serio pondrá de manifiesto semejantes habilidades. Debo decir en honor de Olabide, que la única vez que he acudido a leer vasco por necesidad científica, es a su versión de las epístolas de San Pablo, que entiendo mejor que en griego y en latín y mejor que en francés y en castellano. Con perdón del Abate Lafitte. Eso es lo que buscamos una parte, siquiera escasa, del pueblo vasco; no sólo para provecho personal nuestro, sino también para popularizarlo. Así sigue Olabide influyendo con su obra. Los demás me han enseñado muy poco en materia científica. La lectura en vasco me interesa sobre todo cuando encuentro cosas nuevas. He leido páginas vascas encantadoras de Lafitte (no me duele decir la verdad): pero no creo que me ocurra repetir su lectura, como sí la de Olabide.

        Cuando se hable de escritores vascos modernizantes o que roturan nuevos terrenos, se engloba a todos por igual, y lo mismo a Entidades. Diríase que poca diferencia se llevan por ejemplo la Academia Vasca y Juventud Vasca de Bilbao. De esta última fuí franco adversario, o ella de mí; pero hoy la miro con más simpatía que a esos erderizantes que no quieren explorar nada nuevo en vasco. Y supongamos que por influencia política, ayudada de unas buenas circunstancias, Juventud Vasca hubiera implantado su euskera, y él fuese el que hubiese dominado y aun subsistido solo. Sería un lenguaje más duro que el de algunos poetas y prosístas latinos? Juventud Vasca usaba, por lo menos, una sintaxis irreprochable. Los latinos la alteraron, y no sólo al hacer revivir los casos declinativos, que es mucho más que implantar docenas y aun centenares de palabras. Ya admitiría yo de buen grado que en el año dos mil estuviese pujante la lengua nuestra, aunque fuese la exclusiva de Juventud Vasca. No digamos la de Azkue, Eguzkiza y otros académicos! Los prohombres de Eusko-Gaztedi fueron Arriandiaga y Zabala Arana. Antes volveré a leerlos que a otros retrógrados, y me he servido últimamente del «Aste Gurena» de Zabala Arana para componer el mío. El euskera de ellos será duro, pero no tan griego como en su tiempo el castellano de algunas obras de Juan de Bena o de Góngora, que son, sin embargo, los dos autores que han metido más palabras en el Diccionario español. No era Quevedo menos sesudo que algunos de nuestros antineologistas; pero se equivocó e hizo el ridículo para los españoles de hoy, cuando en su famoso soneto «Quien quisiere ser culto en solo un día» anatematizó una letanía de palabras (la que cabía en el soneto), y ella es empleada hoy toda, con asombro de que haya sido puesta en rechifla. Entre ellas figura el vocablo «interés» tan traído y llevado por todo el mundo. Vuelvo a lo mismo: de lo que se escribe, algo puede quedar; de lo que no se escribe, no quedará nada.

        A pesar de las malas direcciones críticas y peores ejemplos, no dudo que habrá obreros silenciosos que preparan, si llegaran mejores circunstancias, tratados, y libros, y textos. La Revista Eusko-Jakintza nos da cuenta de algo nuevo que ha intentado y publicado el Sacerdote Zaitegi. No entro con él, pero si con su crítico. Le dice dque usa un dialecto nuevo propio suyo, nada inteligible. «Su obra, añade, no ofrece ningún interés para la inmensa mayoría de los vascos.» Sí, Señor crítico, somos, creo, una minoría bastante respetable que leeríamos a Zaitegi con más interés que a usted, porque él hace un esfuerzo por decir lo que usted no se esfuerza en decir. Algún acierto habrá tenido entre los desaciertos que usted quiera. «Dejando la solución de la cuadratura del círculo, procure más bien escribir directamente en vasco, al alcance de sus compatriotas.» Sí; para el Abate Lafitte y para otros comodones, sería el problema de la cuadratura del círculo, por ejemplo, truducir su Gramática a la lengua vasca. No basta decir que la lengua no está capacitada. Hay que hacer por capacitarla. Ciertos españoles del siglo XVI afirmaban que su lengua no era apta para discutir problemas filosóficos y teológicos, Juan de Valdés y Fray Luis de Lepon fueron dos atrevidos que rompieron lanzas contra aquellos derrotístas, escríbiendo el uno el renombrado Diálogo de la Lengua y el otro los admirables Nombres de Cristo.

        Pero volvamos a Zaitegi. Examinemos dos estrofas que Lafitte comenta. Uno de los supuestos defectos es, que Zaitegi omite la -a del acusativo, por necesidad métrica. Eso le parece gascón, aun en verso. Gascones son, por lo visto, nuestros bertsolaris que usan ese procedimiento con más frecuencia que Lizardi y Monzón; y gascona debió ser la Lamia que compuso la siguiente rima, pidiendo a la paisana que le devolviese su peine de oro, perdido:

 

Andre Garazi

                ekarzen ez ba duzu nere orrazi, (-a)

galduko zaitut zu ta zure askazi. (-a)

 

Señora Graciana

                si no me traes (el) peine mío,

                te destruiré (a) tí y (a) toda tu parentela.

 

        Con otra licencia métrica no vasca, que usaron algunas veces Píndaro y Horacio. Zaitegi se permite seccionar la palabra sargori, usando sar para final de verso, y gori para principio del siguiente. Hace además consonar ese sar con bakar, imitando a Fr. Luis de León que seccionó la palabra miserablemente, haciéndola consonar con insaciable. Espantados, cielos! Lafitte supone que ese sar es el infinitivo radical de sartze o sartu. Se trata del antiguo adjetivo sargori que en la tierra de Lafitte es sapa (en Navarra usamos los dos), y que más bien que eguzki sargori, diré a Zaitegi, es bero sargori o bero sapa. El bochorno se da aun sin sol. No me extraña que Lafitte no entienda el nuevo euskera de Zaitegi, porque no entiende ni el antiguo. Si así sabe el griego, lucido está!

        La otra estrofa que comenta es impecable:

 

Ez begiratu zaputz

                illobi otzari:

                oroigai eztiak utz

                azken-urrenari.

 

        Nosotros usamos los adverbios a la antigua, como cuando se confundían con los adjetivos. En vez de zapuzki, zaputz, como en vez de osoki, oso y de goxoki, goxo. Precisamente en el verbo utzi ha quedado fuera de los Bajos Pirineos utz y uz-t-ak en vez de utzak. En Vizcaya se ha conservado hasta nuestros días eba por ebaki cuando se juega al naipe. Y mintza hasta en Guipúzcoa, suprimiendo el determinante verbal. Y no sé ya qué es poesía ni qué es ser poeta, ni si Zaitegi lo es o deja de serlo; pero esta estrofa es gramaticalmente más perfecta que el novecientos noventa y nueve por mil que conozco en español y en francés. Lo que hoy llaman poesía en nuestra vecindad, generalmente no es más que un conjunto bien o mal ordenado de sutilezas, ingeniosidades, suspiros de falsete, que no tienen consistencia. Y fijándonos en el acertado compuesto azken-urrena, ¿cómo se arreglaría Lafitte para decirlo en francés popular? La expresión es nueva, pero de ninguna manera neologismo. En estilo campanudo español se diría «ultratumba» o cosa parecida.

        Pero, seamos justos con el crítico, que también tiene alabanzas para el sentenciado. «En Goldaketan, dice, Zaitegi nos presenta una colección más variada y legible para los vascos cultivados». Pero, admite Lafitte, vascos cultivados?. No serán los paisanos al nivel de los cuales debe descender Zaitegi. En qué quedamos? No hay que salir de lo popular, o hay también que aspirar a formar un pueblo cultivado? Y por qué empeñarse en impedir con crítica despiadada los ensayos de otros, y no sumarse a ellos en romper las dificultades, en corregirlos y superarlos? «Las 154 primeras páginas, continúa, nos presentan 72 poemas personales, de inspiración y ritmo muy diversos: elegante simplicidad, imágenes rápidas y familiares, formas generalmente claras. No se hastía uno leyéndolas a sorbitos, como un fino licor.» Vamos! Algo es algo.

        Si los trece años anormales que han pasado hubieran sido continuación de los felices que dejamos, para esta fecha se hubieran publicado cosas bien interesantes. Si no obras perfectas, porque estamos en período de aprender unos de otros, sí fragmentos que no hubieran caído en el vacío, por más que se pretenda. El Señor Lafitte contrae una gran responsabilidad ante la lengua vasca. La ventaja que le da su puesto, no le autoriza a ensañarse con gentes que no pueden defenderse. Si nuestra situación no vuelve, la lengua vasca en los Bajos Pirineos (en la Península habrá fallecido) seguirá viviendo la vida precaria que le concedan los vascólogos derrotistas, que además escribirán en erdera. Cinco trabajos publica Lafitte en el solo número citado de Eusko-Jakintza: todos ellos en francés. Otro sexto, en francés también, en la Revista Ikuska. Y, oh colmo! en Herria publica una composición en verso francés, del gusto de nuestros días. No venga diciendo que hace veinte años dirige publicaciones vascas... populares, claro está. Por qué no ensaya escribir en vasco lo que escribe en francés, para el pueblo vasco cultivado?

        Escritores vascos que trabajáis en el silencio y en la contradicción. No sigáis las malas direcciones ni los peores ejemplos de estos vascólogos derrotistas. Trabajad y trabajaremos con fe por si llegan tiempos mejores, por más oscuro que aparezca el horizonte. Desaparezcamos de la publicidad. Dejenos hablar a periódicos y Revistas.

 

Bidarray, otoño de 1949.

 



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