Goethe en Euskera
(Oberón, rey de los Elfos)
Justo Garate
Hay estudios que uno no puede adivinar si han de tener alguna futura utilidad. Hoy voy a engarzar dos de ellos, que podrán servir para que los vascos alcancemos en una extensa capa, el conocimiento de algo muy atrasado en otras naciones muy cultas.
Uno de esos estudios es el de la hechicería que me permitió entender el mecanismo de contagio popular de grandes tonterías como el nazismo y el comunismo y ver que grandes masas tienen tan poca defensa contra la moda de ideas como en el siglo XVI pongo por caso.
No es Voltaire un autor que me guste, pero algunas veces tenía razón, como cuando se reía de la brujería. En cuestión de brujas para mi como para la mayoría de los etnólogos y médicos no ha habido sino " la creencia en las brujas" lo que expresó admirablemente Sarmiento en sus " Recuerdos de Provincia". Por eso, calificar de volterianas a las notas de Moratín sobre el auto de fe de Logroño es una tontería, pues tenía razón Aroute en ese punto. Pero esta noción no debe llevarse al extremo ya que lo que el hombre ha creado con su imaginación es una necesidad psicológica y persistirá siempre en su acervo cultural: la hechicer'a nos acompaña desde la Edad de Piedra y pocos años en cambio la televisión.
Ya la música nos conserva la danza de los elfos o silfos en Weber con su ópera homónima y en Mendelsohn con su " Sueño de una noche de verano", las dos últimas inspiradas en Wieland y en Shakespeare respectivamente.
Un elfo es un pícaro vaporoso como el Puck de Shakespeare y en alemán se le llama Alp, de donde se extendió a designar a súcubos y a íncubos y luego a las pesadillas o Alpdrucken, pues el que sueña mal cree estar bajo el peso de esos imaginarios elfos, que le atosigan.
El no fijarse en ello, hizo que el padre Menchaca, S.J. al verter la Psicología de Froebes del alemán, nos hable cierta vez del "conocido ensueño de los Alpes". Me pareció raro que los Alpes pudieran soñar y pensé que se trataría de una pesadilla proporcionada por mis amigos los elfos. En efecto: consulté el original y leí: "der bekannte Alptraum" o sea " la conocida pesadilla".
He visto en esta encantadora revista GERNIKA, abierta a todos los vientos y corrientes con tal de que no hiedan que el señor Krutwig y el Sr. Labayen vierten el famoso Erlkönig de Goethe, musicado maravillosamente por Schuber, como Altzen o Haltzen Errege, o sea rey de los ali sos.
Una errónea traducción de danés por Herder es la causa de la confusión de los alisos (modesta república forestal) con los elfos o silfos cuyo rey era Obrerón. Este aspecto filológico mereció que le dedicara yo el circunstanciado trabajo "Detección Filológica de Obrerón", del que no extractaré sino lo siguiente:
En danés aliso y elfo son muy parecidos con Ellen y derivados cual Elletrae. Oberón era llamado Ellenkonge y Herder lo vertió equivocadamente como rey de los alisos. Goethe, por inadvertencia, creyó a Herder y escribió su precioso Erlkoening, que debiera haberse llamado Alpkoenig.
Y por eso perpetúa ese error en muchos idiomas.
Hay una palabra vasca que Goethe tomó también sin precaución. Y es la de Zorroza, que Vinche escribió Zarosa y Goethe llevó a una de sus piezas de teatro.
Ahí se ve lo que he escrito otra vez, acerca de la terrible tendencia a persistir que en sí lleva el error, por ser quizá una fase inferior, común y primitiva del conocimiento humano.
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