Francisco Montesinos probintzialari gutuna
Lope de Aguirre
Muy Magnífico y Muy Reverendo Señor:
Más quisieramos hacer a Vuestra Paternidad el recibimiento con ramos y flores, que con arcabuces ni tiros de artillería, por habernos dicho aquí muchas personas, ser muy generoso en todo; y cierto, por las obras lo hemos visto hoy en este día, ser más de lo que nos decían, por ser tan amigo de las armas y el ejercicio militar, como lo es Vuestra Paternidad; y ansí vemos que la cumbre de la virtud y la nobleza alcanzaron los nuestros mayores con las espadas en la mano.
Yo no niego, ni menos todos estos señores que aquí están, que nos salimos del Perú para el río del Marañón a descubrir y poblar, dellos cojos, dellos sanos, por los muchos trabajos que hemos pasado en el Perú; y cierto, a hallar tierra, por miserable que fuera, páramos, por dar descanso a estos tristes cuerpos, que están con más costurones que ropas de romero. Más a falta de lo que digo, y muchos trabajos que hemos pasado, hacemos cuenta que vivimos de gracia, según el río y la mar y la hambre nos han amenazado con la muerte, y ansí, los que vinieron contra nosotros, hagan cuenta que vienen a pelear contra los espíritus de los hombres muertos.
Los soldados de Vuestra Paternidad nos llaman traidores. Débelos castigar que no digan tal cosa, porque acometer a Don Felipe, Rey de Castilla, no es sino de generosos y de grán ánimo. Porque si nosotros tuvieramos algunos oficios ruines, diéramos orden a la vida, más por nuestros hados, no sabemos sino hacer pelotas, y amolar lanzas, que es la moneda que por acá corre. Si hay necesidad por allá, de este menudo, todavía lo proveeremos. Hacer entender a Vuestra Paternidad lo mucho que el Perú nos debe y la mucha razón que tenemos para hacer lo que hacemos, creo ser imposible, y a este efecto, no diré aquí nada de ello. Mañana, placiendo a Dios, enviaré a Vuestra Paternidad todos los traslados de los papeles que entre nosotros se han hecho, estando cada uno en su libertad como se estaban, y esto dígolo, en pensar, qué descargo piensan dar esos señores que ahí están, que juraron a Don Fernando de Guzmán por su Rey, y se desnaturaron de los reinos de España y se amotinaron y alzaron con un pueblo en Masquesinango, usurparon la justicia y los desarmaron a ella y a otros muchos particulares y les robaron las haciendas y demás; Alonso Arias, sargento de Don Fernando y Rodrigo Gutiérrez, su gentil-hombre. De esotros señores, no hay para qué hacer cuenta, porque es chafalonía, aunque de Arias tampoco la hiciera si no fuese por ser extremado oficial de hacer jarcia. Rodrigo Gutiérrez, cierto, hombre de bien es, si siempre no mire al suelo, cierto, insignia de gran traidor. Pues, si acaso ahí ha aportado un Gonzalo de Zúñiga, de Sevilla y cejijunto E. y P., téngalo Vuestra Paternidad por un gentil chocarrero y sus mañas son éstas: él se halló con Alvaro de Oyón en Popayán, en rebelión y alzamiento contra su Rey, y al tiempo que iban a pelear, dejó a su capitán y se huyó, y, ya que se escapó dello, luego se halló en el Perú, en la ciudad de San Miguel, con Fulano Silva, en motín, y robaron la caja del Rey y mataron las Justicias y así mismo se le huyó. Hombre es, que mientras hay que comer es diligente y al tiempo de la pelea siempre se huye, aunque sus firmas no pueden huir. De sólo un hombre me pesa porque no está aquí, y es Salguero, porque tenía muy gran necesidad de que nos guardara este ganado, que lo entiende muy bien. A mi buen amigo Mimbreño y a Antón Pérez y a Andrés Díaz, les besó las manos; y a Monguía y a Arteaga, Dios les perdone, porque a estar ellos vivos, tengo por imposible negarme a mí cuya muerte y vida suplico a Vuestra Partenidad me haga saber; aunque también querríamos que todos fuésemos juntos, siendo Vuestra Paternidad Nuestro Patriarca, porque, después de creer en Dios, el que no es más que otro, no vale nada y no vaya Vuestra Paternidad en Santo Domingo, porque lo tenemos por cierto que le han de desposeer del trono en que está y para eso, Cesar o nihil.
La respuesta suplico a Vuestra Paternidad me escriba, y tratémonos bien y ande la guerra, porque a los traidores Dios les dará la pena y a los leales el Rey los resucitará, aunque hasta agora, no veo ninguno resucitado. El Rey ni sana heridas ni da vidas. Nuestro Señor la Muy Magnífica y Muy Reverenda persona de Vuestra Paternidad guarde y en gran dignidad acreciente. De esta nuestra fortaleza de La Margarita, hoy viernes.
Besa las manos a Vuestra Paternidad y servidor.
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