Javier Aguirre Gandarias
Primer motivo
Conquistaron
otros terrenos más ampliables en enérgica protesta
o ley de creación, equiparando la suma de los
juicios al proyecto del suma y sigue, en la decisión
no necesariamente rectilínea. Sin dejar, por eso,
el gobernalle que se controla con los años
y requiere adivinar, en la huella regularmente señalada,
un margen de libertad que nunca fuese adulterado
por caca de los e:hiquilles. Quiere decirse
que aunque somos bastantes pero mal avenidos
y aunque todos tenemos algún derecho
a reivindicar la imagen de Júpiter y Apolo
y, en cierta medida, la de Saturno y Afrodita, lo más divino
es que nos vamos y nadie nos ha visto
Padre
Todo vuelve a ser tristón y sórdidamente escueto
cuando cerramos la última página de una historia
Mejor hubiera sido quedarse quieto
mirando a través de la ventana
el día inútil.
Mejor hubiera sido
dejar el cuento donde estaba
y persistir en las mismas piezas del silencio...
para estar en este rincón siempre vencido
y conocer que ya no he de levantarme nunca, padre,
mejor hubiera sido
Botón
Blanco y mínimo,
no hay cielo ni bellezas que te urjan.
Estás
porque hay que estar; como siempre estuviste,
ocupando el rincón que te dejaron.
No sabes la argucia o el motivo, y nunca lo sabrás
Tú debes de mirar, botoncito,
el curso de la historia anonadado
Papel
Hoy me he puesto la gabardina a solas
en un movimiento brusco que he tenido. Todo vacío,
con aquel único run-rún de la lluvia en el tejado
como la mano acariciantes de Dios sobre las sienes...
¿Dejar una nota que cliga el motivo?
Pensándclo bien, podría significar una catástrofe;
suficiente papel mojado será la rama en mi cabeza, y más obvio
He dejado abierta una ventana para que se oree la
habitación, esos pequeños ritos que se siguen cumpliendo
a pesar de los pesares, y he cerrado la puerta final
sin hacer ruido
Navidad
Es peor que ninguno este vino de Diciembre.
Hundidos por las esquinas levantamos el vaso
encima de los abrigos, en nombre de otras aventuras,
otros cadáveres que nos miran en la débil lámpara.
Hemos vestido luto para esta memorable ocasión:
En la memoria recolectamos el signo y sombra de los muertos
mientras un duende vomita en el fragor de la tasca.
Es Navidacl y en la calle hórrida, al otro lado del ventanal,
un Niño-Dios nos anuncia sumariamente
todo el frío y el desdén de lo que nunca será
Aldea
Avaros del esplendor en los cinco billones
de miríadas, con la cabeza derrumbada en el establo,
participamos de la compañía del pacífico buey
en rectángulos de hierba
A través del ventanucho
hemos visto el aviso de la luna en los nogales
y con todo ese alboroto del viento por los cielos
desearíamos ir más lejos, llegar más alto en el fatal
conocimiento que este paisaje sugiere todavía...
Carta
Recibido! Ayer, a las tres de la mañana.
Gracias al indomable mensajero con rostro de beodo
que entregó la carta, he podido enterarme
de tu muerte y el motivo que has soñado para hacerlo:
Quisimos vivir sin caricia
y estábamos fugazmente equivocados...
Vino
El color del vaso
era rojo; un gallo encendido
en el fondo de la tarde
Mirar y no poder dejar de mirar
fue la cuestión. Si bebí demasiado
prefiero no lo diga mi epitafio
si, a su vez, no señala la causa principal:
curiosidad: una infinita curiosidad
Este caminito
Este caminito
parece no llevar a parte alguna. Iré por aquí,
de todos modos, a ver qué ocurre. Oigo un rumor
de hojas en el recodo, y crece mi curiosidad
por tomar la verdadera dimensión de aquellos ciervos, o nubes,
que se adivinan a lo lejos... Corre, hombre, y tú que fuiste niño
inhóspito o desgraciado, corre con él: Todo me junta hoy
todo me aumenta. Oh alegre y saltarina en el horizonte
cuando sólo son nueve los años, oh piedra completamente feliz...
Puerta
Hay una sombra tal, tan repentina
hay un rumor después de habernos demorado
acariciando el pomo, hay un olvido
Y es tan grande la absurdidad, cuando después
de habernos decidido abrimos la puerta de repente
y nos quedamos mirando hacia el umbral
Barco
En el borde del barco, aún veo cómo haces girar
los dedos encima de la sábana. Mira: llevo puesto
aquel mismo zapato que me hacía daño.
Nunca pretendiste comprarme otro, y vivir con
aquel pie dolorido durante años se convirtió
para mí en una gran epopeya. Adiós, madre.
Eso que se lleva la brillante superficie del agua
se hizo un gran merecedor de cualquier suerte
Miraflores
Donde tembló el mundo ayer
y hubo tanto desdén
cae una lluvia fina.
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