Un apunte sobre El lamento de Portnoy
B. Pérez
Si El lamento de Portnoy es una novela obscena, el mundo es una obscenidad que rueda. A esta obra se la puede calificar de jocosa, instructiva y obsesiva, lo de porno y obscena son otras gaitas que quizás no convenga tocar ahora.
Philip Roth entregó con esta novela la crónica de una obsesión, o quizás mejor una obsesión crónica en clave de confesión al psicólogo de turno. Alexander Portnoy, judío y narigudo, se queda apalancado en su "Edipo" , sólidamente representado en su cerebro por la gruesa figura de mamá Portnoy poniéndose las ligas. Ni siquiera la medicinal ayuda de ésta blandiendo un cuchillo en actitud castradora hará que Alex se apee de su complejo. Papá Portnoy poco podía hacer al respecto: apretando su culo contra la taza de el water en un desesperado intento de defecación, no era desde luego la ayuda apropiada (¡Pobre Papá Portnoy Estreñido! El único- judio-en-una-empresa-de-goyim.) Si a todos estos factores añadimos la ayuda adicional de la represión familiar y religiosa (que en este caso es toda una ) convirtiendo en prohibido todo lo goyim, ahí tenemos a Alexander Portnoy masturbándose ferozmente y persiguiendo shikses rubias a la caza del Pecado (que posiblemente se manifestara en forma de cáncer sobre su picha circuncisa).
Después de esto que se puede esperar de Alex sino que se convierta en un obseso espectacular y a la primera oportunidad se enrolle con cualquier tía cachonda que le excite. Sin embargo, pobre chico, jamás podrá superar su complejo.
¡Cielos, Alexander!, ¡inténtalo!, o culmínalo al menos jodiendo con es totémica muchacha judía que tanto se parece a tu madre; o redímete fundando con ella una familia modelo en las tierras usurpadas de Israel. Claro que primero tendrás que esperar a que se empine tu fláccida picha violador impotente. ¡Lo tuyo chico...!
El lamento de Portnoy es una novela terriblemente divertida, sazonada con una conveniente desmitificación (/mitificación) de lo erótico que se hace recomendable sobre todo a obsesos, reprimidos y estudiantes de psicología de toda edad y condición.
Ultrapurísimas y archifaílidos abstenerse.
Philip Roth, El lamento de Portnoy,
Club Bruguera n. 32, 254 páginas, 225 pesetas.
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