La horma de nuestro Zapata
Cuate Garziarena
Un conocido que hace varios años estuvo en Guatemala me contó lo patético que resultaba ver cómo algunos jóvenes vascos que habían ido allí durante el verano con una ONG hablaban de Euskadi diciendo que «también nosotros sufrimos la opresión genocida del Estado Español, el mismo país que durante siglos sojuzgó y diezmó a los indígenas de Guatemala y de otras naciones americanas», como si los vascos que por allí pasaron con los conquistadores y colonizadores no tuvieran nada que ver con el asunto. Lo patético se debe, sobre todo, a que ese mensaje iba dirigido a miembros de organizaciones de familiares de desaparecidos (liquidados por el ejército y los paramilitares, cómo no, y enterrados a millares en cementerios clandestinos), sindicalistas o dirigentes estudiantiles (que, a pesar de la paz, siguen desapareciendo y apareciendo al poco, en el mejor de los casos, con varios tiros en la cabeza), y con miembros de las llamadas Comunidades de Población en Resistencia de los campesinos mayas, comunidades que durante años han tenido que refugiarse en la selva para escapar de los asesinatos y de un genocidio auténtico y verdadero.
Establecer semejante paralelismo entre lo sucedido durante los últimos decenios (mejor, siglos) en Guatemala y otros países de Centroamérica con la situación vasca, da clara cuenta del "lelismo" de algunos de nuestros jóvenes convecinos, y constituye una clara afrenta al sufrimiento inacabado de aquellas personas. Y ello, en todos los sentidos. Si no, que se lo pregunten a algunos representantes mayas que hace dos años fueron invitados por una ONG y el Gobierno Vasco a pasearse por nuestro país para ver qué podían aprender de nosotros y si les podíamos apoyar en sus necesidades culturales (poder enseñar en las escuelas en su propia lengua, mandarles material didáctico, etc.) y, quizás, políticas (organizarse en ayuntamientos). Pues bien, el Gobierno Vasco los paseó por ETB, les enseñó Euskadi Irratia, la Casa de juntas de Gernika, el Parlamento, la marmórea sede de Euskaltzaindia en Bilbao, la Academia de la Policía Vasca, Ajuria Enea, y hasta las obras del Guggy (no recuerdo si los llevaron a cenar al Arzak o a una sidrería de Astigarraga). Luego los de la Dirección de Cooperación, o como se llame, se mosquearon porque en el hotel de cuatro estrellas en que los alojaron los pobres mayas habían vaciado los pequeños refrigeradores de sus habitaciones sin saber que la consumición no era gratis (seguramente era el primer hotel que pisaban), factura que nuestros indignados representantes tuvieron que abonar a regañadientes.
En fin, ya solo necesitábamos que en su visita a México Almunia diga, en la mejor línea de los cooperantes antes mencionados, que «en España estamos muy sensibilizados con la violencia, porque sufrimos de cerca la violencia terrorista de ETA» y en un alarde de para-"lelismo" compare al EZLN de Chiapas (también son mayas) con ETA. ¡Qué mas quisieran los de nuestro Movimiento Nacional que llegarle a la horma de Zapata al Sub!
|