Ikusi dugu, entzun dugu, jakin dugu
L. Kolakowski
«He expuesto con frecuencia y detalladamente mi propia posición con respecto a la utopía, posición que puede resumirse brevísimamente de esta forma: creer que existe una técnica para conseguir en la tierra una sociedad totalmente libre de conflictos equivale a abrir la puerta al despotismo totalitario. La utopía solamente se puede realizar como su propia caricatura, como obligada simulación grotesca de la fraternidad. Lo que no quiere decir, de ninguna manera, que la idea de la fraternidad humana tenga que ser, dado que no puede introducirse nunca a través de medios institucionales, abandonada como una fantasía inútil e infantil.
Está bien saber que la fraternidad universal es, como tarea técnica, una empresa imposible; lo humano par excellence es la libertad de conducta, y la libertad presupone que las metas y aspiraciones de los individuos concretos tengan que chocar inexorablemente entre sí; esa libertad presupone también que nuestras necesidades y apetitos puedan aumentar en una espiral infinita. Y a pesar de ello, o quizá por ello, la engañosa imagen de la fraternidad no sólo parece útil, sino imprescindible, no como meta accesible, pero sí como luz que alumbra nuestro camino, o como herramienta con la que juzgar a las personas, las cuestiones y las instituciones humanas (...)»
(Utopía y Futuro-tik hartua, El País-ek argitaratutako artikulua apirilaren 19an)
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